Paraísos artificiales – El Suelto
Ocurre, demasiado a menudo para lo que nos gustaría, que la figura del “Príncipe Encantador” mediático se escapa sigiloso de la gran pantalla para colarse por el quicio de la puerta. Sería una noticia por celebrar, sino fuera por el hecho de que, fuera de las dimensiones planas del cine, el mundo es un lugar siniestro donde convivir.
Hablamos de esos medios aclamados por sus parroquianos a bombo y platillo. Con reluciente cubertería de plata, que cuando se le da la vuelta está tan oxidada como un ancla fenicia. Sí, desde el lado correcto fulguran un esplendor cargado de portadas vivaces, titulares grandilocuentes y un amor por la audiencia que más se le parece a un posesivo novio psicótico.
Por el otro, sin embargo, comienzan a llegar los sueldos irrisorios, el compadreo discriminatorio de: “a las chicas si juegan les toca de porteras”, o el trato siempre condescendiente de la luz de gas. Mientras el chiringuito suma mesas a la terraza y el patrón se vanagloria de estar creando empleo.
Gritar no es cantar, como no es juntar letras periodismo. De nada sirve ser ecologista si al llegar a casa zurras hasta dejar molida a tu mujer. La misma historia se aplica a lo medios. Hay que clamar responsabilidad de consumo, porque el qué importa tanto como el cómo.
Exigir transparencia sobre lo que pasa cuando el foco del teatro “chapa”; que no buenas noticas, ni chupada de escroto aderezada con altisonancia. A mí dame el libro de cuentas que de leer ya me encargo yo. No me cuentes cuentos desde la tarima, que si huele a quemado es que la cocina arde.
Imagen de portada: Alex Meier
Esto es una muestra de los “sueltos” a los que tienen acceso nuestros mecenas
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