Extrema derecha, violaciones en Activision Blizzard y el musical del Rey León
El auge de la extrema derecha. Bobby Kotick (CEO de Activision Blizzard) ignorando a sabiendas los casos de acoso en su compañía. La década en cartelera del musical de Disney en Gran Vía… Todos comparten un mismo y potente credencial silenciosa; a menudo obviada, pero base de su existencia misma: Pueden ser.
La razón primigenia de cualquier realidad es la potestad de llevarla a cabo. Si una persona se levanta a las 11:00 am un sábado es porque puede, puesto que no tiene que ir a trabajar. Si una se compra una mansión, primero, es porque puede al reunir los recursos suficientes. El hecho de tratar a gritos, o no, a una persona también depende de la potestad. No a tu jefe, sí quizás a tu hija pequeña…
Cuestión de números
Sorprende la cantidad de realidades supeditadas a la mera balanza del costo/beneficio. Algunas salen tan baratas que extraño será que algún malicioso no acabe sacándoles provecho. Ahí radica toda la vaina.
Mentir con descaro, acosar, hacer apología del fascismo y disfrazarse de lo “políticamente incorrecto, para meter por lo bajini intereses malintencionados, no promueve castigo suficiente. Comparado con el rédito de ofrecer soluciones fáciles, cerradas; coherentes en sí mismas. Destilando la proliferación de la extrema derecha, de sus nazis, fascistas, elíjase el apelativo que se prefiera (no tenemos miedo a llamarlo por su nombre).
Con Activision Blizzard ha ocurrido el mismo fenómeno. Auspiciado por el veto social durante décadas de mentar, si quiera, los delitos sexuales. Aún aireados, el foco de las consecuencias no llega a tener la magnitud suficiente. El esperado “voto con la cartera” no llega. Sí, las acciones caen un par de días, aunque el COD sigue vendiendo pases de batalla a juego por año.
Siendo cabales: Al espectador se la suda que la compañía a la que enriquece ampare el acoso. Falta solidaridad colectiva, la empatía no llega a percatarse que cualquier día se puede ser la víctima del siguiente atropello.
Nada metaforiza mejor la situación que el hecho de que cualquiera se considera muy feminista hasta que le dicen que tu amigo ha maltratado a su novia, porque “él no es malo, es que tiene ese pronto”.
Responsables y culpables
Sin restar un ápice del delito a los perpetradores directos. El que aboga por políticas xenófobas de extrema derecha es fascista, sin contraparte. Lo cierto es que el resto del contexto performa un inherente colaborador necesario.
Para el triunfo de determinadas posiciones basta con la inacción, o la tolerancia permanente del resto. Lo que los convierte en responsable al resto de la sociedad.
Esconder la cabeza debajo del subsuelo no hace que los problemas desaparezcan. Al igual que poner el epicentro en la guerra de consolas, defender a compañías millonarias (que ni saben de la existencia de sus pequeños adalides) de forma gratuita, o hacer cola cíclica por costumbre por sus productos conlleva invisibilizar comportamientos deneznables como el ‘crunch’, las violaciones, el acoso o malas prácticas generalizadas.
Basta de sandeces, mientras se enfoca un punto, el resto se emborrona. Ojalá no fuera así, pero procede comenzar a pensar la realidad en sus propios términos. No desde la magia pueril mitificada. Cuestión de prioridades, responsabilidad y sacrificios en pos de construir la comunidad en la que nos gustaría vivir. Si bien, tarde o temprano, todos sufren su peor cara. Conviene tenerlo presente cuando la coyuntura perjudica al vecino.
Ocurre porque dejas que pase
Porque se pervierte la realidad de forma constante, enturbiada en historias grandilocuentes que subyugan, impidiendo madurar a la esfera pública.
Lo siento, es obligatorio poner los puntos sobre las ‘íes’. Si, con la información a disposición de cualquiera, te quieres creer bulos de la extrema derecha como que “los progres” copan las élites de los medios de comunicación. Que los menores no acompañados son el diablo. O que la compañía de videojuegos tu infancia te ama y quiere lo mejor para ti. Te gusta ser tonta, ¡Tonta!
Para ser adulta es necesario leer más allá del titular. Aceptar que “los tuyos” también se equivocan. No vas a encontrar a nadie con la que estar 100% de acuerdo. Que la comunicación tiene unas formas, momentos, unas construcciones en función de su contexto. Que este perméa sobre el propio texto; y viceversa en un proceso retroalimentado.
En definitiva, que el mundo es, y será, siempre complejo. No valen las respuestas automáticas. Ergo, mínimo, hay que nombrar a las cosas por su nombre. No le puede salir gratis a una compañía violar a sus empleadas, ni inventarse que Broncano se ha reído de una niña muerta 3 días antes del suceso. Castíguese, como se repulsa socialmente a un pedófilo o a alguien que le va haciendo la zancadilla a los ancianos por la calle. Lo ordinario debe transmutarse a extraordinario, cuestión de frame.
No es una “guerra cultural”. Se trata de que un subnormal no te tome el pelo. Ser ‘liberal’ no es destruir lo público, ni quitarle derechos al resto. Protestar no es poner un tweet insultando a un desconocido para generar provecho mediático. No existe un complot mundial para controlarte, existen un puñado de señores, dueños del tinglado, sobrealimentados en una barra de bar que “chanchullean”, mientras el resto habla del color de las cortinas.
Desquitarse de los lastres de la ignorancia autoimpuesta es como eliminar el alquitrán de la piel tras una caída de moto, se tiene que raspar hasta el hueso y duele. Ahora, de lo contrario, la infección silenciosa resultante te acabará matando. Tú verás…
Datos técnicos
Foto de portada: Mariana Villanueva
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