Lo faltal – #Kio

Aquí hay un TEMÓN entre los niños ricos swingers que salen a fiestas kink para hacer soportable su matrimonio de conveniencia y la periferia queer: las putas, las marikas, las bolleras…
El consumo en el mundo Kink SIGUE siendo político. Porque hay más de una que va a fiestas ‘chupis’, que es que encima son cutres. Nivel: el cumpleaños ‘garajero’ con luces rojas en la ludoteca del barrio. Que financian a unos dueños que usarán esos recursos para empoderar asociaciones que promueven que un botarate te abra la cabeza por ir de la mano con tu pareja por la calle. No somos amiguitas todas. El mundo de la noche en España está usurpado por fascistas reciclados, que toleran el aceite en el suelo, porque el olor a verde en la cartera les vale para comprarse pinzas para la nariz.
Los intereses aquí no están alineados a la misma hornada. El cajón de sastre de la depravación ha metido en el mismo saco a tribus enfrentadas. Oiga, nos podemos tolerar. Apoyar, incluso, de forma coyuntural. Ahora, lo que no puede ser es que les compremos las cadenas con los que nos van a anquilosar al salir.
No es cómodo, tampoco fácil. Pero no hay opción. La posibilidad de entrar al frame, o no, se expiró hace tiempo. Y claro que a todas nos gustaría abandonarnos al placer y obviar cualquier otra responsabilidad. Pero el elefante está en la habitación. O hacemos la política, o la harán por nosotras.
Exige que esa banda de puteros con ínfulas respete los derechos humanos. Infórmate sobre la propiedad de lo que consumes, sus vínculos y a qué se destinan esos recursos. No vale el “yo es que aquí no me quiero meter”, estás en el mundo, cualquier cosa que hagas es pertinente, todo consumo es político. Emanciparse para ser adulta tampoco es tan complicado. Acepta tu responsabilidad. Ni más, ni menos.
Imagen de portada: Bernard Hermant
Más formas de apoyar el contenido