Review – Altered Carbon (Sin Spoilers)
Puntuación total: 6,7/10
Lo mejor: Su ambientación distópico-futurista sobradamente lograda, una trama que gana progresivamente en calidad y el trasfondo argumental, explotado sin furores, de la lucha entre clases
Lo peor: Su excesiva plasticidad a la hora de construir personajes, ya sea física como psicológicamente, y el desmesurado espíritu épico constante de la historia
Puesta en escena, seduciendo por la vista, oído y olfato
Cuando se escucha que Netflix saca nuevo contenido exclusivo no se puede evitar evocar un prejuicio de calidad técnica, como mínimo. Se espera un producto bien hecho, cuidado, sobre todo en su vertiente más visual y estilística, acompañado de temáticas sugerentes al ser oídas. Si bien el que en fuera en antaño un videoclub virtual decidió diferenciarse de la competencia bajo la producción de contenido propio que siguiera esta premisa, el modelo sigue funcionando. Altered Carbon huele a “Netflix recién comprado”.
Desde el primer segundo de reproducción la serie provoca un sentimiento similar al de desempaquetar un producto concienzudamente embalado, el unboxing resultante, luego, no deja de ser un engranaje más en la cuidada obra de ingeniería de márketing: La potencia visual hace las veces de poliespán, los efectos sonoros son las bridas que mantienen la firmeza del artículo y, finalmente, una robusta voz en off que se apresura por exhibir la trama que se va a poner en escena hace las veces del olor a nuevo que termina por cautivar a un espectador ya proclive a quedarse.
A su favor habría que sumarle que la plataforma brinda todas las cartas de golpe, en forma de los 10 capítulos de la temporada. Lo cual casa muy bien con el modelo de consumo bulímico de la actualidad: desmesurado, para cortos espacios de tiempo, en pos de llenar vacíos sempiternos y bajo términos de fidelidad carente. Lo que viene siendo consumir aquí, ahora y a otra cosa. Así, a una historia de acción y emociones fuertes como ésta, el envoltorio conceptual le viene que ni pintado.
La trama, un Peta-Zeta sin explotar
A priori, la ambientación es tan simple como atractiva. Un mundo futuro en el que el ser humano es capaz de insertar su conciencia en varios cuerpos, ahora denominados “fundas”, después de su muerte. Dicha realidad conlleva varias implicaciones. Entre ellas, diferencias sociales agravadas entre ricos y pobres, ya que los primeros son quiénes pueden permitirse “revivir” sistemáticamente, invalidando la única barrera social que unía a la humanidad, la muerte, el “memento mori”.
Si a ello le adherimos un entorno súper-tecnologizado, muchas luces led de colores (el neón es cosa de muchos siglos pasados) y toda una ciudad que parece plagiada regurgitada de Blade Runner (al increíble nivel de ofuscación de, también, rebosar las calles con prostitución), parece que la fórmula no puede decepcionar. Lo hace. Y lo hace mediante un regusto de oquedad, le falta algo. Ciertamente apena la potencialidad desperdiciada en términos narrativos y de reflexión, se podría contar tanto veladamente en términos filosóficos, político-económicos y sociales que, sin embargo, quedarse solo con una historia policiaca, duele.
La historia finalmente plasmada se reduce a un encarcelado que debe cumplir una misión (resolver un supuesto asesinato imposible) para así ganarse su libertad. Todo ello aderezado con un puñado de historias paralelas que van encontrando su relación con la trama principal y construyendo todo un devenir de giros argumentales auto-justificados. Sí, tienen sentido y son totalmente plausibles, pero tampoco es que posean un elevado grado de sofisticación a la hora de haberse sembrado con anterioridad. Simplemente tienen sentido y llegan a sorprender, sin más.
No obstante, y dicho sea de paso, hay que aplaudir el esfuerzo de haber logrado ligar satisfactoriamente toda una serie de elementos paralelos para que concurran en la recta final, cuando más interesante se presenta la serie, en una misma explicación cerrada.
La cámara como el ojo benefactor
La fotografía en un caso como este no puede fallar porque es uno de los pilares del género y modelo de negocio. Tranquilidad, aprueba con buena nota: Notable uso de las gamas cromáticas, movimiento dinámico en consonancia y armonía con el momento, incluso, llega a sorprender fascinantemente en cuanto a la representación de algunos planos. Arriesga y la apuesta resulta agraciada.
Un pequeño detalle, no por ello insignificante que consigue mantener el ánimo y el gancho bien arriba.
Los personajes y la profundidad de un pixel
Chirría la perfección con la que están representados los personajes: cuerpos esculturales (sí, los actores están muy buenos y salen desnudos asiduamente), habilidades prodigiosas y carácter cliché. La pureza de los actantes de Greimas por excelencia; un modelo que peca de que “el malo” es, meramente y a efectos prácticos, malo a pesar de los tímidos ápices de confrontación interna que se le otorga a una minoría de personajes principales. A la hora de la verdad, y aunque se albergue la esperanza de encontrar un desvío que otorgue profundidad intelectual, los sujetos acaban ofreciendo lo que deben para que avance la trama. Nada más, nada menos. Tal y como se usaría un instrumento deshumanizado, lo cual dificulta empatizar lo más mínimo con ninguno de ellos, incluso en las situaciones más dramáticas.
Es reseñable, también, la somera puesta en escena de caracteres narrativos: Los buenos, los malos y los buenos que quieren hacer el bien, pero no pueden. Ya estaría. En este sentido no es diferente a cualquier obra de acción, mata-mata y héroe que se sacrifica por el bien mayor, así que tampoco se le puede reprochar nada
En cuanto a las actuaciones, destaca la interpretación de Chris Conner en el papel de “Poe” (una inteligencia artificial que a su vez emula la estética del escritor Alan Poe) con un carisma y mimetismo que sobresale por encima del resto del elenco que basa su labor en hacer de tipos duros, chicas guerreras y arpías maquinadoras, a los que, dentro de la simplicidad de su consigna, tampoco es que se les pueda reprochar nada. Al contrario, actúan de manera más que acertada.
Conclusiones, ¿Merece, o no, el tiempo?
Recomiendo ver “Altered Carbon”. Sabiendo de antemano de lo que se trata: una serie bien hecha, orientada al llano entretenimiento y la acción fácil, aderezada con dosis de intriga suficientes para tentar a ver el siguiente capítulo hasta el final.
A una servidora le sigue escociendo la cantidad de fábula que se desliza por el desagüe, ergo, al igual que los protagonistas mejoraban mediante nuevos cuerpos, creo y espero que la segunda temporada tenga una renovada “funda” que enriquezca la implicación social y política. Al menos eso le reclamaría. No hace falta llegar a los extremos de cambiar el concepto primario de acción, pero, al igual que se lucen los sujetos en las escenas con carga sexual, se puede hacer brillar al entorno que los acoge. La espada tiene dos filos, usémoslos.