C.Tangana, la semiótica de saber follar y fardar de farlopa

Genio, payaso y figura. C.Tangana se “performa” como uno de los entes más prolíficamente abisales en, y de la, cultura transmoderna española. No sabría otorgar un porcentaje estricto sobre cuánto es sabia visionaria estrategia semiótica, o cuánto corresponde al azar, el mito, la visión de la historia en retrospectiva. Ya sabes, por eso de que todo así parece tener un sentido capital, engrandeciendo cualquier cristal de sal en la mar.

Sí obstante, lo cierto, es que C.Tangana es un vórtice de entropía en cuanto a capacidad para generar una situación de singularidad profundamente remarcada. De hacerse un hueco propio. Desviando la tradición, para terminar, fraguando una parodia en sí misma. El esperpento de siglo XXI que, como pastiche, sobre pastiche, se reivindica autártico en su tiempo.

Te fascina, lo odias o amalgamas un sentimiento de incomodidad pululante que se debate caliginosa. Mas, genera confluencias, diálogo. Eso es arte, se mire por donde se mire, cuando se observa.

La diferencia entre un idiota y el agudo radica en una fina línea que depende, primero, de punto focal del observador. Aka: Duchamp, un galerista con pluma en el sombrero, o Manzoni vendiéndote mierda en bote por 200.000 dólares. Segundo, de la cantidad de vueltas que haya recorrido el susodicho emisor para asegurar, efectivamente, una obviedad de manera estrictamente argumentada. La intencionalidad, la profundidad y el subtexto, si se prefiere un análisis… ecléctico.

Cuando una ve a C.Tangana de primeras, mirando directamente al sol sin gafas, lo eminente que tienta decir es que es un palurdo haciendo el ganso. Tras observarlo detenidamente una se da cuenta de la relación es sensiblemente inversa, un ganso en un mundo de palurdos. El mismo que pavonea las alas al tiempo que se alimenta del cliché, el chovinismo y las anteojeras para construir un exquisito esputo fatuo a la cara.

Antes de comenzar con un análisis de porqué sostengo semejantes lucubraciones, a las que cariñosamente me gusta llamar: “mis mierdas”. Cabe destacar que me declaro fan absoluta de todo movimiento intelectualmente vacilante, en su amplia acepción.

Un “chuloputas” para un panorama chuleado

En España el rap en sus inicios se implementó desde las clases medias. Aquella que se encontraba cerca de las bases militares de influencia estadounidense: Madrid, Zaragoza, Andalucía, C. Valenciana… Hostias, ¿tiene sentido no? No se extiende por ciencia infusa, como la peste del siglo XV. Conlleva un legado que se amolda y extrapola a la cultura local

Ergo, si bien las raíces del hip-hop son tan periféricas como un Ikea, lo cierto es que 4 Vientos no es el Bronx. En España no recae sobre el drogadicto apalizado, sino sobre el descontento con la educación universitaria.

Esta gente tiene reparos en mostrar ostentosidad habitual clásica de la cultura Hi-Hop. No es su espacio, no tienen esa necesidad imperiosa de demostrar que se ha salido del hoyo. No hay hoyo. Como mucho el del billar del garito donde hacer pellas.

Coyuntura que no ocurre en otros formatos musicales eminentemente copados por clases bajas, a saber: El flamenco o el reggaetón. La música popular latina en general, sin ir más lejos. Donde esta presentación de alarde forma parte del pack estándar.

C.Tangana viene a romper con esa premisa. Forma parte de una ola visual que busca su identidad sobre la forma por la forma. No como “apropiación cultural”, necesariamente (ahorrándonos gilipolleces de la economía de la escasez, a la par que los debates, ya mejor encaminados, sobre hegemonía cultural). Se acerca a una provocación dubitativa, fuertemente explícita, que exuda un: ¿Por qué no?

Codearse con el Tío Gilito, Bruce Wayne y el pavo ese del Monopoly

Llegadas a este punto, El mainstream en España a todo lo que fueran los géneros musicales clásicos, y posea un remarcado ritmo repetitivo lo ha denominado: Trap

Una adscripción en forma de cajón de sastre en donde meter una serie de composiciones artística heterogéneas. A las que se las insufla de concepciones como contenido casero, poco trabajo, en un amor incondicional por el “Keep it cutre”. Nada de vintage u otros términos burgueses análogos (que son lo mismo solo que con un sobrecoste altamente desaforado).

No ocurre lo mismo fuera de las fronteras patrias. En donde el término “rap” lleva años de trasiego, de deglución. En “Trap” allí se percibe de una manera claramente diferente. No así en un país como el nuestro con una tradición cultural relativamente pobre en cuanto a tiempo, y difusa ante sus orígenes.

C.Tangana, más Antón como mente pensante detrás, dilucida que no sacará rédito dentro del marco. La manera para rechazar de facto esta cuadriculación es simple, elegante. La que primero y fácilmente se percibe. La vista. Generando unas formas estéticas cuidadosamente estudiadas en su exposición.

En ningún caso, sonará raro afirmar que los grandes conglomerados mediáticos nacionales, los mismos que controlan agenda setting y mediatización a partes iguales, se postulan hacia una posición política conservadora. Es lógico, cuando se trata de estructuras empresariales que por dimensiones e intereses son afines a políticas que beneficien a la patronal.

Obviada su aparente defensa editorial. También el hecho de que en España es facha hasta la izquierda. Lo cierto es la imagen profesional de emprendedor se adhiere mejor como carta de presentación ante estos medios. Y esa misma es la que adoptará el artista. Un mero silogismo de interacciones afines que implícitamente vende un acercamiento desde la posición de “uno de los nuestros”.

Nada de un “trapero” que, por instrumento, azar o lotería, consigue llegar aquí oliendo a choto, al que se le tienen que aguantar sus ultrajes. El sueño aletargado de una promesa para el barriobajero. Sino una pieza de recambio para el mantenimiento del estatus quo. La imagen de tranquilidad vende igual o más que cualquier contrato.

Ídolo del Follar, Fardar y Farlopa

Ha quedado patente. La derecha tiene sus mantras triangulados: putas, cocaína, votar, misa. Para adentrarte en su sistema es obvio que igualmente has de contar con los propios, de manera tangencialmente aledaña. De ahí la semiótica de su disco “Ídolo”. La cual, asimismo, funciona de manera extrapolada como una primigenia base de su exposición comunicativa desde la que construir. Los cimientos, vaya.

Los clásicos clichés despreciables que la masa adora, por la que el sistema te considera un triunfador. Una mezcla entre madurez sexual, acopio de riquezas y la exhibición manifiesta de una lente dilatadora de estas dos últimas aptitudes. Siempre mostrando un “plus ultra” de lo que realmente respaldan los hechos. Resulta cuanto menos curiosa la pertinencia de este carácter en ciertos ámbitos. Puesto que, ciertamente, lo que en la música, los negocios o el patio de un instituto se considera gloria y honor absoluto. En, por ejemplo, la literatura, se leería como una declaración inequívoca de inseguridad.

¿No os lo creéis? Leed una letra de C.Tangana sin música. Construir la historia sin las apelaciones musicales que sirven como quitamiedos. Seguid el camino en bruto de lo que expresan esas palabras.Estas dos realidades paralelas tan diversas son el fruto de la estrategia de colocar ciertos elementos como texto o subtexto. Los mismos, salvo que adelante o detrás. De manera explícita (amén de penosa) en la literatura pura. Pero implícita, y, por ende, maleable en la música.

De eso se trata, de la “Imagen” como elemento principal del discurso. Beneficiarse de una tendencia en donde la forma le ha ganado la partida al contenido para hacer que hable sola. Diversa, elástica, transmutable desde un punto de inicio aceroso. Alegando, exactamente, todo lo que se quiere escuchar, sin necesidad alguna de decir nada. Un juego travestista en donde menos es más. Con posibilidades infinitas siempre y cuando los temas sean sobradamente conocidos.

Hablar en demasía, incluso, se conformaría contraproducente. Porque al disminuir los signos explícitos, aumenta los espacios que tiene el receptor para rellenar los huecos en función de lo que espera oír respecto al cliché, el sentido común compartido y la imagen de éxito universal anteriormente mentada.Cuando una recibe lo que espera, independientemente de que sea bueno o malo, se siente inteligente, la reina del mambo, satisfecha.

De la periferia al centro

Un clásico en las escuelas de comunicología. El trasvase del triunfo, tal que un camino improvisado del héroe. Que pasa desde la irrelevancia y hostilidad al sistema modelo, hasta un asentamiento que rubrica las líneas de actuación hegemónica.

Pasar de ser uno de la calle que tal, a un señor que vuela a Miami en bussines. Del “un” a “el”.

C.Tangana pasa de prototipo de artista periférico que repudia los medios. Cuando aún no tenía el personaje trabajado. Amedrentándole exponerse como persona “real”. Desde su parcela privada, propia, sin personaje, claro.

Hacia el casamiento con el mainstream, el centro. Coincidiendo con la creación de su figura performativa. Lo que permite una infinidad de actuaciones, en conjunción a un muro interpretativo tras el que parapetarse.

Una única persona es capaz de relatar su historia. Única, potencialmente rica e interesante, incluso. Sin embargo, finita. La estrategia narrativa de generar un personaje de plastilina, por el contrario, se presenta como el pozo sin fondo de los deseos. Ergo, sorpresa, C.Tangana solo existe como estrategia discursiva.

¿Qué implica más allá de su capacidad plástica y etérea? El apostillamiento, casi, obligado de signos con un alto contenido simbólico. Aderezado, por supuesto, con la seña de filiación transversal y culmen de su tiempo, la parodia. La misma que actúa como género contenedor de otras tantas subtramas que ir hilando a posteriori.

Alejándose de la clásica concesión de esta como fin último. Parodia por hacer reír, mofa o burla. Para erigirla como instrumento con que transportarse hacia una argamasa de lugares dispares. Así, como una cebolla, o un troll, la obra del músico acostumbra a tener una multiplicidad de capas inacabadas.

Ilustraciones de la ilustración

Un ejemplo nutritivamente revelador se encuentra en su videoclip “Los Chikos de Madriz”.

En él, explotando un enfoque pulcramente comprimido, se puede observar una fina actuación de C.Tangana. En donde interpreta lo que la jerga del género se denomina un “beef” hacia otro grupo de rap. Lo que de toda la vida se ha visto en Telecinco de 3 a 8 de la tarde. Despelucharte metafóricamente con otra furcia. La performance de un Drago Vs Rocky desde la banqueta.

Chanzas aparte, entre las imágenes se pueden observar, al fondo, mediante una constante incesable. Primero, el Obelisco a Calatrava, símbolo mastodóntico al culto del poder inmobiliario del país. Luego, las Torres Kio, el diagrama conceptual del poder bancario clásico.  Por último, el monumento a Calvo Sotelo, como legitimidad al golpe de Estado del 36, hondeando en el subtexto cual presea ambiental.

Lo que sigue, la carga semiótica elegida en cuanto a vestimenta, movimientos, acciones, planos. El hecho de estar comiendo palomitas y hasta el emplazamiento en sí mismo. Con una ubicación tan milimétricamente permitente como Plaza Castilla, denotan una intencionalidad irrevocable.

Se puede estar de acuerdo, o no, con el mensaje. La ejecución, la técnica, si una se pone melindrosa. Aunque se presente perfectamente cabal. Lo que sí que es indiscutible es que las capas existen. No hay un solo segundo en el que no se esté exhibiendo algo intencionalmente en una píldora reducida de 2:47 (duración muy contemporánea, dicho sea de paso). Formando actantes narrativos igual o más válidos que el mensaje superficial. En un tablero de frases y espacios minados a lo Afganistán.

¿La guinda final para el cupcake? Solo los previamente entendidos, los expertos, los pitagóricos, podrán sacar todo el jugo semántico a la situación. Viendo el resto pasar ante sus narices un boleto de lotería premiado que no compraron. El genio y el payaso a un velo de distancia.

Hilar la marioneta mediática

Todo el mundo que utiliza los medios de comunicación como fuente profesional, acaba construyéndose un monigote. Ya por supervivencia. Un siniestro Slappy para ejercer de villano, una Rana Gustavo para informar, o un Alf para molar. La cosa es tener algo que exhibir sin enseñar demasiado cacho propio.

Lo relevante aquí es quién toma el control de los hilos de ese muñeco. En el caso del rapero, hacer hincapié en la gestión comunicativa superando a la del estudio. Para ser partícipe, en pos de dirigir cohesionadamente todas las partes del proceso productivo y de distribución, se conforma esencial.

En realidad, es algo muy lógico e inteligente, que no usual. Se suele mirar la libertad como un concepto netamente artístico. Cuando parte necesaria de su haber se sustenta en la orientación comercial/comunicativa. De nada sirve producir contenido autentiquísimo, si el que interpreta, vende y mueve esas obras es un tercero. A menudo, presumiblemente, nada comprometido con las mismas causas del artista. Estar en las mesas de distribución, pues, se perfila tan concerniente como dedicarle horas al estudio.

Ello permite carear de manera directa las etiquetas atribuidas, al tiempo que se estudia la dirección de la propia carrera. Tener el control del canal, eso. Siendo parte activa del debate como voz y voto para atribuir la semiótica que conviene, la potencialmente rentable, también alineada con los objetivos. Bastantes mentes con dos dedos pensantes se han percatado de la jugada antes. No así en la manera de llevarlo a la práctica, en este ámbito es donde se deslumbra un sustancial acopio de brillantez.

La clave en esto último radica en no terminar de concretar los mensajes. En vez de pretender lanzar una cátedra sentenciadora como estamos acostumbradas, generar discusiones en torno a temas precisos, noticiosos. Generando, incluso, propuestas de Agenda Setting. Sin intención de convencer, tanto como de despertar conciencia focal en torno a determinados asuntos sociopolíticos.

Ser parco, construir mejor

C.Tangana rodea a la comunicación de los suficientes elementos cohesionados y coherentes para funcionar por sí mismos, pero sin la necesidad de llegar a conclusiones dadas. Tienen lo justo para significar sin cerrarle el camino a otras explicaciones “alternativas” que el lector (como lector empírico, bajo su experiencia) pueda realizar en función de cuantos revestimientos sea capaz de penetrar.

En palabras de él mismo su última entrevista concedida a Ernesto Castro: “Si necesitas explicar más de lo que has hecho, el símbolo no funciona”, alegaba. Ninguna explicación mejor. El mensaje ha de contener las instrucciones suficientes para su ensamblaje.

Continuando con los ejemplos relativos a sus canciones, “Mala Mujer” es el centro de su disco. Toda la recopilación musical del álbum es el desarrollo fragmentado de una misma historia. Vivencias paralelas de un mismo relato.

Ligado a ello, semejantes bifurcaciones constantes no pueden tener cabida sin una totipotente herramienta. Todo tiene un costo. Este se suple con un discurso a través de la Teoría Mimética del Arte. La misma que se ocupa de representar el sumo número de elementos en pantalla conforme a lo que se percibe en la realidad. Solo así el marco de representación puede expandirse lo suficiente como para representar a la sociedad que o precise.

Un panel sin filtros dispuesto absorber todo caldo de cultivo que se le arroje. Que no por representar promulga con el mensaje. El arte actúa aquí, según la premisa, como descriptor de una realidad. Un punto céntrico desde el que debatir.

Un espejo que te escupe con su realidad a la cara. No al revés. De esta manera, se puede mostrar machismo (uno de las etiquetas tradicionalmente anexionadas a C.Tangana) porque la sociedad lo es, sin estar promoviendo, necesariamente, su enaltecimiento.

Condenado a muerte recorre la Milla Verde

La cultura de la cancelación es primigenia y azarosamente peligrosa desde el mismo momento en el que todos somos el diablo en la historia de alguien. No obstante, si existe una ley no escrita forjada a fuego en el poder fáctico de las masas, es esa. La de estamparte un ladrillazo en la cabeza amparada por la moral del: “mátalos a todos y que dios los seleccione”

La zorra beata del pueblo ha muerto, solo para dejar paso a la bastarda de piel acomodadamente fina. Entre esta censura de contexto hostil (parte igualmente tácita del texto) el artista se voltea para convertirlo en elemento de espoleo productivo.

Haciendo de la necesidad hábito, en una ristra de imágenes potentes de interpretación abierta. Trofeos de la posmodernidad como las uñas de gel. Signo inequívoco, al tiempo que ambivalente, de la mujer pudiente que no tiene que trabajar con las manos. O lo queer. Lo marica. Lo subversivo. Circe y su sutil veneno de seducción.

42kg de C4 en el desierto de Arizona valen lo mismo que un soplido en la nuca. Un texto de puta madre en tu blogspot es una puta mierda. ¿Cae un árbol si nadie está para escucharlo? Por eso mismo C.Tangana no se limita al potencial de un producto de impacto, sino que te timbra a la puerta para darte la hostia.

De ahí la sobreexposición como medio inherente para transmitir a gran nivel. Ser trascendente, pertinente a grado superlativo. No de cualquier manera, ni lugar. Esto es el Daesh, no el grupo paramilitar del nacionalismo canario.

Leer por delante. Golpes fuertes, recurrentes, mas no constantes. Medidos por una estrategia anticipadamente atada, basada en no “quemarse” musicalmente. La radio machacona da para lo que da. No así la polémica, el beef, el debate o el amor/odio gratuito. La performance. Efectivamente, esta es la principal responsable de alargar la vida útil de las canciones.

Dime hola, súbeme a la cola

Las relaciones interpersonales informales siempre se dan de manera horizontal. C.Tangana lo sabe, por eso (retrotrayéndonos de nuevamente a ejemplos) cuando interpela a Pablo Iglesias. En la polémica con Ricardo, “Nega”, de Los Chikos del Maíz. Y este (Iglesias) le responde, eleva su mensaje inicial. Contagia otras esferas, otros marcos. Entra en ellos.

Dos raperos haciendo el gallo. Se increpan aquí, allá… ¿Su público? Sus respectivos círculos sumados. En adición de algún despistado que pasaba para terminar quedándose a ver a “Dos ratas peleando por un churro con Linkin Park de fondo 60FPs HD”.

Ahora, Pablo Iglesias es mencionado, acepta entrar… ¡Magia! La trascendencia crece. El político acrecienta la relevancia.

En primer lugar, le otorga al “madrileño” criterio de nacionalidad. Pasa a ser asunto del país, como personaje político. Sin necesidad de hablar explícitamente de política. Si un interlocutor elevado se relaciona contigo, en tus términos y códigos, te aupa automáticamente, otorga rasgo de pertinencia. Construye esfera.

Lo que, por último, da paso a la denominada: Estrategia de la invasión. Estar donde está el mainstream. Insertarse de manera intrusiva si este no le propone ser parte de él de manera afable.

Meterse en el garito por las bravas. Tumbando a las puertas, engañando con el estilo, o colándote por la ventana.

Caballo de troya

Nadie quiere turra. La turra no mola. Lo malo es que hay temas que por naturaleza se les atribuye antes de comenzar a sacarlos de la chistera. Obliga a meterlos cual huevo Kinder.

C.Tangana presenta unas remarcadas líneas de filosofía, moral y valores personales sin la necesidad de aparecer de manera manifiesta en las letras. Como parte subliminal en el título, por ejemplo. O como elementos extramusicales que ayudan a complementar y enriquecer la experiencia. Una escultura de arte conceptual, por aludir un caso real.

Si sugieres sin ser explícito, ante todo, los elementos cobran mayor relevancia y protagonismo. Un anillo de oro dentro de una caja fuerte siempre acrecienta la cotización. Su alcance es superior. El espectador construye su aventura. A la par de alargar la vida útil porque la semántica se puede ir abriendo progresivamente. Reconstituyendo la fecha de consumo preferente.

La elipsis, pues, se constituye como clave sustancial y fundamental del mensaje. Resignifica con la sociedad en sus modificaciones estructurales. La cualidad etérea la materializa de diferentes formas. Un juego en donde la Superestructura se encuentra a molde de la Estructura. Irónicamente por no amoldarse fijamente a ella.

En vez de una funda rígida para el móvil que tapa toda su parte trasera, un anillo de goma que se incrusta en los bordes. Dejando respirar el resto de los espacios. Sirviendo para esta generación, la siguiente, la otra…

Cantada la línea, ¿Qué pasa con el bingo?

“¿Y luego?”, como no paraba de decir cierta parodia de principios de los 00´s en el que un McAuto vacilaba a los conductores. La solidez de los planes a posteriori, saber mantener el castillo tras la afrenta, es uno de los puntos que otorgan la verdadera consecución de un plan artístico superado.

Es del todo necesario saber el qué y el cómo de un camino para lograr su éxito. Superada la fase, es cuando se llega al momento en el que suelen venir los problemas en torno a mantener la identidad rehaciendo la hazaña.

Los disparos al aire, hacia arriba, truenan llegando alto sin propósito ulterior. No obstante, solo una estructura cerrada, un ciclo, es capaz de caer y volver a subir de manera integrada.

En este sentido, analizando la carrera de C.Tangana, una advierte que es de esos que defiende que el artista no debe ir a mejor. Sino hacia expresiones diferentes sobre lo que se ha hecho y se hace. Superar la trayectoria meramente ascendente para emplazarse hacia lo transversal. Visitar diversos epicentros disciplinares.

Como se apuntaba anteriormente, esta visión del arte, porque “Pucho” ante todo se propone hacer arte, necesita de interpretar. Superando la propia vida anodina de un sujeto individual. Una verosimilitud, no necesariamente anclada a la veracidad, que actúa como punto de inflexión en su carrera. Ser otras vidas permite exprimir sumamente la propia.

Tras el telón y las luces de neón

La constatación objetiva del triunfo actual es ser aceptada, deglutida si se prefiere, por el mainstream.

Discos como “Ídolo” así lo atestiguan, con su lanzamiento solo en digital al estar concebido para insertarse en los hábitos de consumo de siglo XXI. Cortos periodos de tiempo, emociones fuertes, mensajes recurrentes, aunque subalternos. Esta rotura de reglas (una rebeldía periferia) acaba por constarse como un estándar de la industria (resignificándose como Centro) cuando demuestra una mejora en la optimización del calado y el rédito económico asociado.

El sistema, pues, solo se muestra hostil hasta el momento en que es provechoso integrar al enemigo en su ejército bajo un cargo de rigor. Sabe cuando pasar la mano para continuar lo más pronto posible con el siguiente grupo de cartas.

En el caso de C.Tangana, amén del sistema de producción, estética y funcional que se ha comentado, también se cuela una fina crítica moral al sistema capitalista. Como quien tiene al enemigo en casa esperando a que le sucumban los párpados de cansancio.

Entre el virus, establecer el debate concéntrico que sostiene que en el mundo capitalista la fama y el “éxito” se consiguen a costa, y a través, de obsesión, taras, amén de una vida enfermiza. Plasticidad no sostenible como comportamiento constructivo, sano, para el individuo.

“¿De qué tienes miedo para tener que atacar a todo el mundo y no parar de decir que eres el mejor, y que tú más?”, vuelve a asegurar él mismo en la entrevista con Castro

Una poética que se superpone a lo estrictamente moral. Mediante una práctica que se aleja de ser un ejemplo modélico, necesario, de conducta. Esto está mal, no necesito profesar absoluta santidad para denunciarlo.

Exhortación a ser críticos, aceptando las propias paradojas éticas del sujeto. Sin claudicar, ni verse desprovistos de máculas para denunciar por ello. Lo cortés no quita lo valiente. Ser un “chuloputas” no despoja de la razón, cuando se tiene.

Legado tras los medios legacy

Si existe una constante en su ejercicio es la de fluir entre disciplinas. Música y arte contemporáneo en una única visión holística, uno de sus fetiches. Romper con el hermetismo interdisciplinar. Acercar hasta fusionar, incluso, alta y baja cultura. Abandonar el frame elitista. Colaborar como retroalimento de la producción de sendos ámbitos, para crecer a base de aunar los círculos de influencia.

Que no es otra cosa que compartir los instrumentos propios, al tiempo que se aprovechan los ajenos, en una vieja y biológica concesión mutualista de supervivencia. Juntos llegamos a la última alacena de la despensa, imposible de visitar por separado.

La concepción ciertamente “colectivista” no acaba el simple provecho económico. Se desdobla en un fomento indirecto hacia una conciencia social que reivindique un poder fáctico autoejercido eficientemente en el ámbito político.

Frente a la política rogada y representativa, apuesta por una democracia real empleando el conocimiento de la responsabilidad de clase como catalizadores.

Encomia a pensar y actuar como especie que no se ataque a sí misma. Rechazando los códigos de los macroimperios (que siempre terminarán por ser fallidos). Los cuales, cuando se desploman, destruyen a la sociedad intrínseca consigo.

Frente al panorama descrito, aboga por empoderar al consumidor. No de una manera liberal. Entendida como una acepción tradicional del término. Lo enfila hacia el requisito de luchar a los mismos niveles, de túa tú, con el resto de los poderes. Tal y como su propia figura hizo, en antaño, pasando de Crema hacia C.Tangana.

Dejar de entenderse fuera cuando realmente se está abajo. En una obligación de poseer la capacidad material suficiente para hacer la guerra con opciones conquistarla, antes, siquiera, de plantear conflicto.

Bibliografía (videoclips)

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Bibliografía Musical

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