La generación Tinder, o cómo excusarse de ser escoria humana
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Culpamos a Tinder, u otras apps de citas, e incluso a Twitter, de haber creado de nosotros una generación frívola, que se deja llevar por la inmediatez, la novedad. Pongámonos románticos y absurdos: ha matado el amor.
Afirmar que un software ha sido capaz de matar, destruir, hacer que desaparezca, un sentimiento es terminar de reducirnos a lo obvio: seres que no quieren reconocer cuándo comienzan a hacer las cosas mal. Todas las personas que han configurado y ajustado su perfil en esta aplicación, cuentan con una excusa: lo he dejado con mi pareja con la que llevaba muchos años y necesito purificarme, me ha afectado la pandemia y busco conocer nuevas personas, soy nuevo en la ciudad…
Se busca follar (con mayores o menos añadidos), no es tan difícil de reconocer. Hemos encontrado una forma rápida de saltarnos los rituales sociales previos, lo que llamábamos cortejo, para conseguir el fin último.
No vas a ser peor persona por construir tu realidad en base a hechos objetivos vitales. De hecho, lo que hace que seas verdaderamente mezquino son las mentiras que conforman la historia inventada que se van a extrapolar para contar -o contextualizar- en nuestra primera cita Tinder.
La capitalización de los afectos: el mundo como supermercado
El mundo como supermercado no sólo es una maravillosa lectura que nos deja Michel Houellebecq, también es una comparativa que nos acerca Brigitte Vasallo, a la hora de hablar de algo enfermizo como es nuestra relación con el amor, con las personas más bien.
Siguiendo este símil, no todos compramos lo mismo en la tienda. De hecho, factores como la temporada, nuestro estado de ánimo y las obligaciones acaban teniendo una gran relevancia en las decisiones finales.Es el momento de que definamos nuestros ajustes como comprador y demos paso a los distintos ejemplos que pueden hallarse en espacios como Tinder.
Por poner un ejemplo, un perfil muy arraigado en este tipo de lugares, a la vez que falso por supuesto, es el que quiere atacar a los placeres carnales. La persona que se ofende si ha decidido centrarse en conocer a un único ser y, mediante los actos de este segundo, descubre que, por la otra parte, no es así.
¿Atacar el hedonismo es tu forma de intentar ser superior moralmente? No, tan sólo es tu carta de presentación. Todos la necesitamos, la elección del producto es muy importante, nos gusta el envoltorio pero debemos comulgar con el contenido.
No voy a dejar que un nazi me la meta y no voy a acabar en la casa de una mujer que tiene 27 perros y estos miran mientras me hacen un cunnilingus. Es importante dejar esto claro, gracias a un bio corta, forzada, a una serie de tags que alterarán el algoritmo para encontrarme seres afines.
Antes de la cita: démonos publicidad
Ya estamos en el mercado, así que, vamos a publicar nuestras mejores fotografías, a explotar -y exagerar- todo lo bueno de nuestro cuerpo.
Hasta este punto, siguiendo estos pasos, te estoy diciendo: mírame, no soy hedonista, me interesa conocer a alguien de forma pura pero, por favor, no obvies lo bello que soy y con qué clase de pivón te vas a ir a la cama esta noche si me sigues bien la corriente.
Una traducción preciosa de esto sería: eres el conducto perfecto para hacer que esta noche me olvide de mis inseguridades. Voy a darte la chapa de tu vida para que sepas que tengo cerebro. Vas a follar con alguien inteligente, adaptado a tus gustos pero a mis necesidades del momento.
¿Y sigues pensando que es Tinder el causante de cómo somos? No hemos vivido las triquiñuelas de otras generaciones, pero las intenciones del ser humano, en el día a día, en dar un poco de chispa a su vida, sólo han cambiado en las formas, en la intención.
Llegó el momento: cita, competición y premio
¿Nadie se ha fijado en que, si la cita Tinder se alarga y da lugar a una segunda o una tercera, la forma de conversar con la otra persona cambia? Es que la estrategia, si lo que buscas es repetir y mantenerte a la altura de la actuación en todo momento, es fundamental.
Primer contacto con alguien que hemos conocido a través de una app para ligar: tras construir mi perfil, cómo debo ser y qué debo decir, tengo que hacerle saber a este otro individuo, cuáles son mis intereses y mis intenciones pero siempre preguntándoles por los suyos. Ojo, ya contamos con un tag que nos ha dicho que a los dos nos gusta el cine sin decirlo, gracias por facilitar un posible lugar para ese encuentro. Y oye si, gracias a esto, descubrimos que es sexualmente activo/a, eso que nos llevamos, conseguiremos nuestro premio ese mismo día.
¿Por qué es tan importante mantener el personaje en todo momento? Porque la otra persona se ha vuelto el objeto de una competición, al igual que tú lo eres para ella. Quizás, vengan de una cita, se vayan a ir al baño a contestar un mensaje en su móvil… La idea es que no podemos quedar los segundos, no en este encuentro.
Y lo mejor es que todavía seguimos culpando a Tinder
Somos precarios, nos agotamos a diario leyendo noticias contradictorias simplemente porque son rápidas. Queremos otra vida, los sueños que se han roto por el camino, vivir en el “y si…”. Buscamos algo que nos salve constantemente de lo que somos nosotros mismos. No, las apps no tienen la culpa de nada, pero la generación Tinder lo ha hecho más visible.