Globalización: Entre el triunfo y el fracaso
La tendencia económica globalizadora que ha dominado el planeta durante los últimos 30 años ha sufrido una desaceleración constante en los últimos años. Agudizada por factores como el Brexit, el cambio climático, la guerra comercial entre China y EE. UU. También la inocultable incapacidad reformista de las organizaciones multilaterales para adquirir un verdadero protagonismo en la gobernanza mundial. Es igual de apreciable que la Covid 19 puede suponer un punto de inflexión para el futuro de la globalización, al menos de ella tal y como hoy la conocemos.
El proceso globalizador ha supuesto un gran avance para la humanidad en términos económicos, sociales y tecnológicos. Este espíritu colectivo ha permitido la difusión del conocimiento y el aumento en la variedad de los productos de consumo. Así como el desarrollo de nuevas ideas y la mejora de la productividad y la eficiencia en diferentes países. Todo ello se ha visto fomentado por una mayor difusión tecnológica que ha conseguido potenciar el bienestar global y cuyo fruto también proviene de este estado colectivo.
Sin embargo, los beneficios no se han distribuido equitativamente entre todos los individuos, lo que ha creado verdaderos perdedores de la globalización. Personas que sienten que la globalización les ha hecho perder su modo de vida y que sienten, ¡y con razón!, miedo y rechazo a todo aquello que se relacione con este proceso.
Uno de los mayores inconvenientes de la globalización ha sido la creciente desigualdad social dentro de los países desarrollados. El 1% más rico de la población mundial, aquellos que ostentan un patrimonio valorado en 760.000 dólares, tienen hoy en día, tanto dinero líquido o invertido como el 99% de la población restante. Una brecha que, según una estadística elaborada por la empresa se servicios financieros Credit Suisse, se ha seguido ampliando desde la Gran Recesión de 2008.
Otro de los mayores problemas de la globalización es su efecto en el mercado laboral. El fenómeno de la deslocalización industrial, basado en el traslado de las infraestructuras empresariales a países con menores costes empresariales. Generalmente aquellos emergentes que poseen una menor fiscalidad y una mano de obra más barata. Ha provocado que algunas regiones o segmentos poblaciones hayan perdido sus trabajos y se sientan especialmente desprotegidos y desencantados con la globalización.
El camino hacía la globalización sostenible
Sería deseable que la sociedad global encontrase el camino adecuado para desarrollar la inteligencia colectiva internacional. La que se necesita en estos momentos de incertidumbre y miedo. Un liderazgo basado en la cooperación de los organismos supranacionales con los nacionales con el objetivo de hacer frente de forma eficaz a los futuros desafíos que nos esperan como especie.
Abordar de forma efectiva la creación de un sistema global de salud efectivo. Llegar a acuerdos de fiscalidad internacional para combatir la ingeniería financiera empresarial de algunos países. Potenciar las instituciones de defensa común existentes, coordinar acciones frente al cambio climático. O plantear soluciones comunes al reto de la transformación tecnológica. Pueden revertir las tendencias proteccionistas de los últimos años y plantar la semilla de la confianza entre los países que hoy tanto se demanda.
La Unión Europa, y en concreto España, debe llevar a cabo una reindustrialización que fomente la producción nacional de determinados productos estratégicos para reducir de forma progresiva la dependencia exterior y para minimizar las desventajas de las cadenas globales de valor.
Este proceso no debe llevar aparejado un aumento del proteccionismo español. Ya que desde 1959 nuestro país se ha ido convirtiendo en una economía muy internacionalizada y muy dependiente del exterior (lo que ha repercutido muy favorablemente en el crecimiento de nuestro PIB y en el nivel de bienestar de nuestra sociedad) por lo que asegurar y potenciar el multilateralismo y las relaciones comerciales con otros países. Sobre todo con Europa y EEUU, es básico para nuestra supervivencia y nuestro desarrollo económico.
De igual modo, la pandemia ha abierto nuevos debates que deberán ser estudiados por las autoridades públicas, agentes sociales y académicos de nuestro país. Algunos de los nuevos planteamientos, como el informe de la OCDE “Tax and fiscal Policy” se basan en abordar reformas fiscales que permitan sanear las arcas públicas y reducir la desigualdad social, en nuevas inversiones públicas y en nuevos proyectos empresariales verdes basados en la digitalización y en las energías renovables.
Hostilidades presentes
Sin embargo, la crisis de la pandemia también generar otra situación. Un panorama donde un proteccionismo rígido emerja con fuerza y en el que se agudice la falta de coordinación y solidaridad internacional, generándose así un proceso de total desglobalización.
En los últimos días, se puede apreciar tanto en Europa como en EEUU un aumento de la crispación social alentada por grupos antisistema de toda índole: fascistas, antivacunas, conspiranoicos… O la derecha alternativa, anticapitalistas, etc.
Estos acontecimientos, intensificados por las terribles consecuencias sociales y económicas de la pandemia, introducen la incertidumbre y el miedo en la sociedad y crean chivos expiatorios a los que culpar de todos nuestros males nacionales. Clima que refuerza a los ideólogos de los regímenes autoritarios. Pudiendo poner en peligro el sistema de democracia liberal europeo y el estado de bienestar conjurado en la Constitución de 1978 que ha hecho de España un país próspero, pujante y moderno.
Como en todo estado colectivo, la elección es nuestra, el camino que se elija hoy marcará el rumbo del mañana. El futuro de la globalización está en nuestras manos, no lo desaprovechemos. Un mundo mejor. Más sostenible y justo es posible.
Imagen destacada: NASA
Edición: Romina Morales