La guerra en Yemen: las claves para entender el conflicto
Hace cinco años, el 25 de marzo de 2015, el Reino de Arabia Saudí (RAS) inició una campaña militar en Yemen que Riad preveía fulminante. El conflicto resurge en la Primavera Árabe de 2011. Cuando un levantamiento forzó al presidente autoritario del país, Ali Abdullah Saleh, a dejar el poder en manos de su vicepresidente, Abdrabbuh Mansour Hadi. Los levantamientos contra el nuevo presidente por conflictos de identidad, religiosos, crisis de corrupción y económica hicieron que Hadi pidiera a Arabia Saudí para controlar el conflicto de su país.
El movimiento hutí (chiíes) se aprovechó de la debilidad del nuevo presidente para tomar el control del norte de Yemen. En marzo de 2015, RAS y otros ocho países árabes. Mayoritariamente sunitas y apoyados por Estados Unidos, Reino Unido y Francia. Lanzaron ataques aéreos contra los hutíes con el objetivo declarado de restaurar el gobierno de Hadi.
La guerra ha prolongado con un enorme coste humano para el decimotercero de la lista de los más pobres del mundo. Así como con un desgaste considerable para los saudíes y sus aliados. Los saudíes pensaron que con el apoyo militar de Estados Unidos resolverían el problema en un abrir y cerrar de ojos. Pero durante todos estos años han visto que son incapaces de desalojar a los rebeldes yemeníes (Hutíes) del norte del país. Ni tan sí quiera con la colaboración de más países occidentales, entre los que se encuentra España.
No es cierto que esta es una guerra del RAS y solo respaldada por Occidente. En realidad, los nueve regímenes árabes implicados hacen de “proxy” de EEUU para dominar este estratégico país y operan bajo el mando del Pentágono. Su pretexto es desarmar a los Huzíes, la milicia de derecha fundamentalista chií, acusada falsamente de ser peón de Irán (país chiíta). Es otra guerra imperial con la falsa métrica chiita-sunnita.
El presidente yemení, Abd Rabbuh Mansour Hadi es acusado en su país de limitarse a seguir al pie de la letra las instrucciones que recibe del heredero al trono saudita Mohamed Bin Salman (MBS). Y de no defender los intereses de Yemen.
Según las estimaciones de la ONU la guerra ha dejado más de 230.000 muertos por el momento. 110.000 eran niños menores de cinco años. Naciones Unidas augura la muerte de 500.000 personas si el conflicto se perpetúa hasta comienzos del 2022 y prevé 90.000 millones de dólares en pérdidas económicas para Yemen.
Los datos de la guerra en Yemen
España gana 20 euros por segundo por la venta de armas para la guerra en Yemen, según varias ONG. 28 millones de yemeníes están siendo bombardeados desde el 2015 por las potencias extranjeras. Sometidos a un bloqueo aéreo y marítimo criminal que impide el suministro de alimentos, medicamentos y combustibles al país. Cada 10 minutos muere un niño por el colapso de todos los servicios básicos (Unicef). Hodeidah, el principal punto de importación de alimentos y suministros básicos en Yemen es constantemente bombardeado.
Los soldados de ocupación, los mercenarios de Al Qaeda y otros grupos terroristas impiden la atención a las víctimas. Pueden morir, según la ONU, hasta 250.000 personas por el asedio. En febrero del 2018, el Consejo de Seguridad renovó el embargo de armas, pero sólo las destinadas a los Hutíes.
La coalición ha impuesto al pueblo un bloqueo y Yemen vive la mayor crisis humanitaria del mundo. 21 millones de personas (el 80% de la población), necesitan ayuda humanitaria. 15 millones no tienen acceso a la atención médica básica. 3,2 millones han sido desplazados. La Cruz Roja ha retirado a 71 miembros de su personal de Saná ante las continuas intimidaciones. Deteniendo su programa de ayuda de emergencia.
La coalición ataca zonas no militares como barrios, mercados, escuelas y hospitales. Destruye las redes eléctricas, las tuberías de agua, los depósitos de alimentos, las granjas de animales y cultivos. 7,5 millones de niños se enfrentan una “desnutrición aguda severa”. Un millón de yemeníes sufre el cólera, causado por la destrucción de las depuradoras de agua y el bloqueo.
Los motivos económicos
Quienes como Trump afirman “mucha gente tiene su trabajo debido a los saudíes” dicen la verdad. Mucho trabajo y mucho beneficio económico. La administración Obama vendió armas a RAS por 60.000 millones de dólares. Trump batió este récord: unos 110.000 millones. Por otro lado, el banco central saudí, propietario de parte de las deudas de EEUU, tiene una reserva de divisas de 584.000 millones de dólares. Hoy, cerca de la mitad de las inversiones en las refinerías de EEUU es de Arabia. Solo en los primeros tres meses de la guerra, las ventas de armas de Reino Unido aumentaron de 9 a 1.000 millones de libras esterlinas.
Los negocios de la élite británica con los jeques forzaron a Theresa May impedir la publicación del informe de la inteligencia británica que acusa a RAS de financiar al extremismo sunita. Tony Blair censuró la investigación sobre la comisión millonaria que recibieron los saudíes por un acuerdo de armas con BAE Systems. Le habían amenazado con sufrir otro 7/7.
Francia entregó armas a RAS por 2.000 millones de euros en 2015. Además, gana miles de millones instalando centros culturales en los países árabes agresores. Un Louvre en Abu Dhabi y otro en Arabia. Más un parque arqueológico.
Rusia firmó en 2017 un acuerdo de venta armas con RAS, entre ellos misiles S-400 por el valor de 2.500 millones de dólares.
Alemania ha paralizado, desde el 2017, el suministro de armas a RAS por la presión social, al igual que Noruega.
España, incrementó en 2017 su venta de armas a Riad en un 133%, y ganó 2.000 millones de euros por cinco corbetas. Entre 2014 y 2016, le entregó 900 millones de euros en armas.
Complicidad y apagón informativo
Desde que en octubre del 2016 varios grandes medios enviaran desde Yemen imágenes de niños esqueléticos y hogares bombardeados al mundo, la coalición empezó a denegar el permiso de entrada de los periodistas a Yemen bajo el pretexto de “no poder garantizar su seguridad“. El 10 de febrero de 2017, el periodista de investigación de 35 años, Mohammed al-Absi en Yemen, fue asesinado. El 18 julio del 2017, la coalición impidió el vuelo de la ONU a Yemen por llevar a tres periodistas de la BBC a bordo.
Los saudíes controlan los medios. El empresario Sultan Abuljadayel tiene el 30% de las acciones del diario británico Independent. Según Vox, los think tanks de la avenida Massachusetts de Washington DC, reciben grandes fondos de los estados árabes del Golfo Pérsico. En su viaje del marzo del 2018 a EEUU, el Príncipe MBS se reunió con los directivos de New York Times, Washington Post, y con Mike Bloomberg, fundador de Bloomberg. Estos medios escriben más sobre el permiso para conducir de las mujeres en Arabia que sobre sus crímenes de guerra.
Otro príncipe, Alwaleed bin Talal tiene una participación de 300 millones de dólares de Twitter. Es accionista en Twenty-First Century Fox, dueño de 4.300 millones de dólares de Citigroup, la mayor empresa financiera del mundo. Y patrocina los principales diarios árabes como Al-Sharq al-Awsat, Al-Sharq, Al-Hayat y Arab News. Así como el imperio Rotana (cine, revista, TV, radio, música, además de hoteles).
La complicidad de la ONU es un hecho. Arabia amenazó con retirar su ayuda a UNICEF cuando su informe responsabilizó a Riad de asesinar al 60% de los cerca de 5.000 niños muertos en la guerra de Yemen por entonces. Ban Ki-Moon sacó a RAS de la lista de los países que dañan a la infancia en las guerras.
La guerra contra Yemen ni ha movilizado a los que luchan por los derechos de los palestinos o los kurdos, ni tampoco a la propia Umma, la hermandad universal musulmana. No hay señales que indiquen que pronto vaya a terminar esta guerra. Los saudíes son quienes están mejor situados para conseguir la paz. Pero la visión de Riad contempla que no debe cederse bajo ningún pretexto a la influencia iraní en la región, lo que paraliza cualquier oportunidad en ese sentido.
Imagen de portada: Timothy Dykes
Edición: Romina Morales
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